.

Periodismo que espera

Por Luis Alberto González Arenas* / insta: @luisinius

*

¿Cómo comunicar la esperanza en un mundo de desesperanza? ¿Cómo hacerlo en un país que aún no se despabila del sistema que institucionalizó la Revolución Mexicana y que se volvió experto en la trata de la esperanza? ¿Cómo hacerlo desde el periodismo en uno de los países más peligrosos para ser periodista?

*

La esperanza es de doble filo, y es que, cuando se da un poquito, se regula la presión y se evitan las rebeliones masivas, al menos así actúan las dictaduras blandas en América Latina que logran que la conciencia social para hallarle la cara a la justicia se quede en el “ya merito”, una metáfora que definitivamente no solo le pertenece a la selección mexicana de futbol. La esperanza puede matar viendo a los ojos o puede rescatar algo con ética, pero únicamente si reeducamos al deseo.

*

En mayo de 2016 me contrataron junto a dos compañeros para realizar la encuesta nacional de “Libertad de Expresión en México”, proyecto conjunto de Parametría, Freedom House México, Fundación Este País y el Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana. La encuesta tenía la intención de mostrar las condiciones precarias en que los periodistas trabajan en México. Durante dos meses investigamos y narramos historias de periodistas marginados, extorsionados, humillados, amedrentados, sobornados, amenazados y asesinados. No nos han pagado. Ya pasaron dos años.

*

¿Qué desea entonces un periodista en México cuando gana poco más de 6 mil pesos al mes?, ¿qué puede desear cuando los organizadores de una encuesta para visibilizar las condiciones precarias en las que trabajan los periodistas no pagan a los tres periodistas que contratan? ¿Desea poder?, ¿desea replicar verdades históricas?, ¿desea formar parte de la manipulación orquestada por una clase política cuyo sueño eterno es una sociedad compuesta por personas sin rostro, sin boca, con los ojos fundidos, los oídos deformados y las lenguas escindidas?, ¿desea reconocimiento?, ¿desea contar entrañables historias sobre resistencia? La realidad es que en México los periodistas hemos dejado de desear porque, el esmero, más aún si eres independiente, se va disociando en ciertos mandamientos:

1.- Deberás pasar hambre.

                                 2.-Deberás la renta.

       3.- Deberás soportar ser perseguido e intimidado.

                                 4.- Deberás desarrollar sistemas propios de                                             seguridad.

    5.- Deberás visitar Ministerios Públicos.

                                              6.- Deberás mandar innumerables                                                                correos para cobrar los adeudos.

7.- Deberás arriesgar tu vida.

                                                            8.- Deberás deber.

*

Tengo esta idea de un deseo diferente: devolver el periodismo a la gente. Pero, ¿qué espera del periodismo la gente? Entonces pienso intensamente en las personas que he conocido durante estos últimos caóticos meses. Y el inicio es Nicaragua, en donde el 4 de junio de 2018 fui testigo de la instalación de una eterna Noche de Iguala por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el “Chayo-Orteguismo”, que ha declarado la guerra a su pueblo de la forma más cruda que uno podría imaginar.

*

Gente que conocí en Nicaragua: Óscar Velásquez Pavón, quien como no dio permiso a francotiradores para subir a su azotea y desde ahí disparar a los estudiantes manifestándose, quemaron su casa con su familia dentro. Su pareja, hijo, nuera y nietos murieron carbonizados. La tragedia ha cumplido ya más de un año de impunidad. Fui al sepelio y Óscar se permitía alegrarse porque un “hermano mexicano” estaba presente. Me regaló una playera de corte beisbolero que reza: “¡Que se rinda tu madre!”.

*

Quienes defienden el periodismo con ética, defienden un lenguaje que obedece a la memoria y la memoria da paso a la conciencia, que es el principio para re-aprender a desear. La esclavitud moderna no es posible sin una complicidad: no hay dominados modernos sin complicidad de ellos mismos. No hay barbarie sin la complicidad de periodistas que nadan de muertito para pertenecer a los círculos de poder.

Como periodistas no podemos usar la sangre y la bravuconería como cemento para alzar muros. No podemos ocultar información para darle gusto al poder, eso sería permitir que nuestra esperanza esté inserta como baratija dentro de la necedad de un discurso hueco.

*

Gente que conocí en Nicaragua: Fernando Sánchez, joven que participó en el movimiento estudiantil que se enfrentó a Daniel Ortega, a quien denunció en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington por crímenes de lesa humanidad. Fernando me regaló una bandera de su país tijereteada y enmendada con flores rojas tejidas entre los agujeros.

*

El dato duro también tiene alma.

*

Gente que conocí en Nicaragua: Mónica Baltodano, una de las tres mujeres que llegaron al grado de comandante en el Ejército Sandinista y una de las personas más activas contra el “Chayo-Orteguismo”. Mónica es abuela de dos nietas: Giulia y Kala, a quienes cuida atentamente mientras su hija, ya convertida en activista y abogada ambientalista, está en los “tranques” (interrupción planeada de las principales vías de transporte por grupos de protesta). Kala, con el consentimiento de su abuela, me regaló una foto en blanco y negro en la que Mónica está con Fidel Castro comiendo de pie, ambos con traje de guerrilla y con una mueca descompuesta que la cámara tomó mientras todo el rostro estaba concentrado en masticar. Las caras de los comandantes rebeldes están rayadas de plumón verde y rosa; en la esquina hay un sol y una nube, y a la altura de las rodillas, una lagartija y un perro.

*

Busco esperanzas colectivas que se atrevan a desmenuzar la realidad a través de su sensualidad lúdica y poder comunicarlas con el rigor crítico y apasionado del periodismo. Esperanzas activas. Que se muevan. Nunca aquéllas petrificadas que se basan en creer aún en los mesías. La esperanza nunca estará en un solo individuo, tampoco en un sistema dominante y mucho menos en una boleta electoral que hay que tachar como si fuera el juego de “ponle la cola al burro”, en el que después de marearte con hartas vueltas sobre tu mismo eje, te empujan sobre un camino incierto en el que hay que atinarle a poner lo que le falta a un mundo despedazado que rebuzna de dolor.

*

Volví a México de Nicaragua el 19 de junio de 2018.  Me sentía aliviado porque quise pensar que aquí no habíamos llegado a esos niveles pavorosos en los que los crímenes de lesa humanidad y la privación de los derechos humanos parecen un servicio a domicilio las 24 horas. Pero la memoria rápidamente me recordó que me estaba mintiendo, que nací en el país que durante el sexenio anterior se convirtió en el más peligroso del mundo para ejercer mi profesión, que aquí la brutalidad es una constante y casi todos los periodistas mexicanos hemos sufrido hostigamiento y persecución.

*

Me persiguieron el 23 de enero de 2015, cuando me involucré en un proyecto para apoyar a las madres y los padres de Ayotzinapa desde la música. Al lado del colectivo Pedro y el Lobo diseñamos un álbum llamado De vuelta a casa. Durante el proceso conocí a Omar García, sobreviviente de la Noche de Iguala y llamado cariñosamente “el 44”. Tras salir de una reunión que tuvimos en un café de Coyoacán, dejé a Omar en el hogar de una amiga suya en donde pasaría la noche. Yo había visto una moto Suzuki color blanco, como de repartidor; no la tomé en serio hasta que sentí que comenzaba a ser un déjà vu. Cuando puse atención, supe que el casco del conductor era el mismo que había aparecido en varios recorridos por donde transité en aquella semana, un casco de varios colores que tenía pintado “The doctor” en la parte posterior. Me convencí entonces de que “The doctor” era una visita frecuente.

Días después, caminaba con Omar y doña Cristina Bautista (madre del normalista desaparecido Benjamín Ascencio Bautista) por la Plaza de la Revolución en la Ciudad de México y un Tsuru gris, sin placas, pero con un papel pegado en una de las ventanas del lado derecho (como si fuese permiso temporal para circular), aparecía intermitentemente. Después lo volví a ver en un par de manifestaciones. Era el mismo. No había duda: el gobierno seguía con sigilo las actividades de los estudiantes, padres y madres de Ayotzinapa. En algún punto, nos siguió a varios de los que estuvimos involucrados con alguna iniciativa para apoyarles en el momento más crítico, cuando el gobierno estaba realmente espantado por las 43 estrellas que asomaban la gran constelación del mayor crimen de Estado en una democracia.

*

El periodismo que se aleja de la manipulación mediática es artífice de una esperanza muy otra: una esperanza que se construye en común, es diversa y no espera inmóvil, sino des-espera: se mueve. Rehace las piernas mutiladas de un país que es su propio verdugo. Busca verlo caminar de nuevo y evitar que sea abundancia sin rumbo ni sentido.

Hay que esperar tan activamente como Omar García me dijo que se debe buscar a un desaparecido: “Ya no sé qué me indigna más, si las injusticias o atropellos gubernamentales en sí, o las luchas de juguete. Más allá de cualquier ideología, creo que debemos emprender cualquier causa con la misma locura, con el mismo espíritu, con el mismo amor, con el que una persona busca a un familiar desaparecido”.

*

Las ideologías son ideas petrificadas.

*

A la hora de estar presente y reportear en las manifestaciones públicas por las desapariciones forzadas, me daba cuenta que los símbolos que había escuchado de la “Guerra Sucia” por las tantas voces que lo vivieron en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco se invocaban de nuevo: militares en las azoteas y en las calles vestidos de civiles, grupos de choque, violencia indistinta en vía pública, tortura, y, claro, desapariciones forzadas. Aquellos fantasmas estaban de vuelta en pleno siglo XXI. Dentro de esas memorias, tengo una nota escrita a mano con fecha del 1 de diciembre del año pasado, como pensada para publicar en redes sociales. Fue cuando Peña Nieto se iba por la puerta de atrás de un gobierno fallido:

 

Te vas. Tú, la marioneta de los intereses más perversos y feroces de la #mafia #Atlacomulca. Tú, el que siempre ha creído que #México es una casita de muñecos #Ken que mandan a la #Barbie a dar la cara. Tú, el de la #CasaBlanca que sueña con ser #FrankUnderwood de la serie #HouseofCards, pero se da cuenta que ni siquiera puede contar hasta el 43 o más. Tú el que arriba de tu avión de oro, veía las más de #2000fosas clandestinas y pensabas que debía ser alguien buscando tu tesoro y el de tu partido. , el neófito político de los #250Milmuertos y #136Mildesaparecidos que puso la ceresita al pastel para que tengamos allá en el norte al pendejo del muro, amo de las #FakeNews (encima le das a su yerno: el águila, el nopal, la serpiente y la dignidad…¿neta?). Tú, el que la cagas con una naturalidad excepcional. Tú, asesino de #periodistas, consentidor de #feminicidios, solapador de #Montieles #Duartes y #Yarringtons. Tú. #TeLargas. Por fin le haces un bien a México, pero no será sino hasta que juzguen tus crímenes y los de todos tus aliados cuando por fin el país podrá relajar la espalda que durante #6años latigueaste y dejaste que latiguearan a placer mientras te tomabas una extraña foto que con el aliento fétido decía: “#SalvandoAMéxico”. ¡Ja!

*

Seamos constructores activos y responsables de nuestras esperanzas para que finalmente éstas se vuelvan música y podamos verlas dignamente a la cara.

*

Un par de meses después de mi cobertura del estallido social nicaragüense y los fantasmas de Ayotzinapa detrás de cada uno de mis pensamientos, llamé a la comunidad de “Las Abejas” de Acteal para saber qué había ocurrido al respecto de un ataque violento por un grupo de 200 personas, simpatizantes del Partido Verde Ecologista. Las agresiones se dieron mientras “Las Abejas” organizaban una marcha de protesta el 12 de agosto; fecha en la que se cumplieron 10 años de la liberación de los autores materiales de la masacre del 22 de diciembre de 1997.

*

Comunicar la esperanza es crear lenguajes posibles donde podamos superar el ruido, el sismo de los “ismos”, las diferencias morales, culturales y económicas. Escuchar el corazón del Otro, del diferente (humano, animal, vegetal) ¡Escuchemos! Allí está el verdadero latido de la tierra: la vida.

*

Gente que conocí en Acteal : Lupita Luna, brillante mujer murciélago que trae la elegancia de la noche a la luz del medio día. A Lupita la conocí hace más de un año y la visité a finales de enero en su comunidad. Ella es sobreviviente de la masacre donde mataron a 45 indígenas de los cuales 9 eran miembros de su familia. Es la primera mujer de su pueblo en dos cosas particulares: ser mamá soltera (dejó a su marido porque bebía demasiado) y recibir el bastón de mando de la organización “Las Abejas”. Lupita es también representante del pueblo Tzotzil en el Congreso Nacional Indígena (CNI).

Desde los 10 años (hoy tiene 32), le gusta cortar frutos del árbol de níspero y también tomar entre sus dedos la resina que va sudando de la madera e imaginar que en cientos de años esa brea pegajosa atrapará un poco de memoria para volverse fósil. Uno de esos árboles también le sirvieron de escondite a la hora de que Alonso, su padre, la empujó a huir cuesta abajo y le salvara la vida en aquella mañana siniestra por la que se conoce a Acteal en el mundo. Alonso no pudo empujar a más de sus hijos y fue forzado a aceptar el destino que llevaba traje de paramilitar. Solo le dio tiempo para abrazar a su esposa, Maria Luna, a sus tres hijas mayores: Rosa, Verónica y Antonia, y a las pequeñas, Micaela de 3 años y Juana de 8 meses. Lupita me regaló una bolsa llena de nísperos.

*

El periodismo debe tener memoria e intuición como lenguajes que puedan construir posibilidad. Nietzsche dijo que la intuición es una facultad adivinadora, pronosticadora, que requiere de mucho olfato, tacto y oído. Es una mirada profunda con todos los sentidos que penetran en el corazón de las cosas y el mundo. San Agustín dijo: “el presente del pasado es la memoria, el presente del presente es la intuición y el presente del futuro es la espera”.

El periodista intuitivo no solo hace homenaje a la memoria sino que más allá de conocer el mundo, lo siente.

*

Viajé a la sierra norte de Puebla el 9 de octubre de este año para saber lo que está ocurriendo en los sitios más invisibilizados del país con respecto a los feminicidios, muchos que no se cuentan en la aterradora lista de 65 feminicidios que registra el estado desde enero.

*

Gente que conocí en Puebla: al poeta de origen totonaco Manuel Espinosa Sainos, quien tiene un programa en su lengua dentro de la radio comunitaria del municipio de Cuetzalan desde donde habla sobre el silencio y el hambre, sobre caminar y esperar, sobre el aire en las escalas de la sierra y la atmósfera entre los planetas, sobre los pájaros y el asesinato. Manuel me regaló “América en ocho lenguas”, un libro sobre el deseo y la esperanza de los representantes de una América interrumpida.

*

Construir esperanza desde la intuición de las artes y el periodismo se me hace algo tan cercano a correr: hay que aprender a lidiar con la ansiedad de llegar a algo. No es la meta sino el proceso. Hay que administrar la respiración en el aquí y el ahora, sin dejarte de mover. Ésa es la resistencia: aprender a dialogar contigo mismo, mantener la calma sin dejar de mover las piernas. Establecer un ritmo. Cada zancada es el presente y sin pensar en qué tanto nos falta, debemos continuar. Es disfrutar la lectura y no pensar en el final del libro. La esperanza puede ser un continuo movimiento que aprende a poner la ansiedad de su lado para convertirla en calma-con-alma, evitar la indigencia mental y caer en la desesperación, la espera de la nada: la desesperanza.

*

Gente que conocí en Puebla: Jacinta Avilés, a quien su pareja le quemó el rostro con aceite hirviendo. 28 años, cabello negro y piel trigueña. Lleva la ira por dentro, pero una ira organizada que se vuelve virtuosa. Organizó un grupo de mujeres en su comunidad para agarrar a su exmarido y encerrarlo en un cuarto durante dos semanas en lo que avanzaba la denuncia por la barbaridad que cometió. “¡Piensa en lo que hiciste Samuel!”, le exigió ella, en un acto humano de hacerlo reflexionar. Jacinta me confesó algo: “yo regalé mi rostro para que a la comunidad nunca se les olvide lo que hace el machismo”.

*

Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Presidente de México, ha convertido Los Pinos en centro cultural para retomar el histórico Palacio Nacional como sede simbólica del poder ejecutivo, desde donde polariza al periodismo entre “fifí” y no “fifí”, otro mandatario más que no logra trascender la cultura de la dicotomía (de indios y vaqueros, de blancos y negros) que nos ha hecho tanto daño.

AMLO ostenta una gran esperanza para este país tan lastimado, pero es alguien del que nunca podría dar fe ciega, empezando por la frase de su partido: “Morena, la esperanza de México”. Decirnos que un partido político es “la esperanza de México” se me hace ridículo. Yo no creo en los partidos políticos ni en su sistema de partidocracia que tiende a crear mesías huecos.

¿Cuál es la esperanza en la que quiere AMLO que creamos? ¿Cuál, según él, es “la esperanza de México”, sabiendo que todos sus sucesores parten de un discurso esperanzador? Definitivamente, la esperanza está en otro lado. Está más cerca de lo que el filósofo Ernst Bloch llama “sueño diurno”, soñar despiertos para articular en común, una práctica constante y constructiva; alejarnos de los sueños de noche (inconscientes) donde se pueden abrir paso las pesadillas.

*

Creo en los periodistas que sueñan despiertos, que sueñan de día, conscientes de su realidad inmediata. Ortega y Gasset dijo que el paisaje ordena sus tamaños y sus distancias de acuerdo a nuestra retina, y nuestro corazón reparte los acentos. “En vez de disputar, integremos nuestras visiones en generosa colaboración espiritual.”

*

Después de Puebla viajé a San Juan, Querétaro, para hacer múltiples entrevistas sobre el tema de las mujeres en situación de discapacidad motriz.

*

Gente que conocí en Querétaro: Maria Antonieta Osornio, conocida como “Tony”, mujer que fue instructora y fundadora de la primera brigada de paracaidismo de salto libre en el Ejército Mexicano. Mujer que tenía miedo a saltar en paracaídas hasta que un día, incitada por el que fue su esposo, el General (hoy retirado) Francisco Serafín Valdez Martínez, decidió vivir la experiencia para después desarrollar una adicción al salto que la ha llevado a dialogar con la muerte tantas veces que no se pueden contar. Se accidentó en Iguala, Guerrero, durante la ceremonia donde se promulgó a nivel federal los honores a la bandera (24 de febrero de 1984). Ella era el color verde que iba descendiendo del cielo para formar entre nubes el lábaro patrio. Perdió el control y se precipitó a escasos metros del entonces presidente Miguel de la Madrid. La tierra escuchó crujir toda la vulnerabilidad de su cuerpo. Quedó parapléjica, lesión medular completa. Tony es fundadora de una de las instituciones más sobresalientes para discapacitados motrices en México: La Fundación Humanista para Discapacitados (FHADI), que ha reintegrado social y laboralmente a más de 900 personas con discapacidad motriz. Tony me dijo: “regalé mi cuerpo para encontrar la dignidad en el espíritu”.

*

Quise quedarme más tiempo en Querétaro, pero debí tomar un avión hacia Chile, donde como en Nicaragua o en México, se le declaró la guerra a los estudiantes.  Miércoles 6 de noviembre. El gobierno desde hace semanas limita hasta el aire; policías lanzan gases lacrimógenos sin descanso y resulta casi imposible respirar. Camino hacia la parte de atrás del teatro Coca-Cola en Santiago, que hoy se quiere quitar el nombre, o por lo menos es lo que plantean sobre el escenario el chileno Manuel García y el madrileño Depedro, quienes han sido de lo poquísimos artistas que decidieron no cancelar su presentación en el marco del estallido social. Se han vendido todas las entradas, pero hay butacas vacías, tal vez 43, o más. Afuera del teatro, una pancarta dice: “Contra toda autoridad menos mi mamá” y otra: “Nuestra política es clara: ¡seguir soñando hasta el final!”.

*

Gente que conozco en Chile: Manuel García, músico, me habla sobre la existencia de un colectivo de chicas llamadas “Las Tesis”, que abordan temas de género desde el arte performativo. Uno de sus actos es taparse los ojos con un listón negro, señalar al frente mientras bailan, y decir: “el violador eres tú”. Ellas no ven a quién señalan y aún así tantos hombres se sienten directamente ofendidos. El saco les queda. Manuel me regala una camiseta de color negro que dice en letras blancas: “Ten cuidado o acabarás en mi novela”.

*

Estoy pensando con intensidad en Fernanda Navarro, quien tanto sabe sobre esperanza. Cuando asesinaron a Allende, ella trabajó para su viuda, Hortensia Bussi, como traductora y secretaria. La última vez que vi a Fernanda la ayudé a acomodar sus libros en una casa en Tlalpan que ya no existe. Ahí me dijo que durante la última charla que sostuvo con su maestro Bertrand Russell, el célebre filósofo inglés, le dijo: “Fernanda, recuerda que es a la posibilidad a la que debemos nuestra lealtad eterna…”.

*

Hago un llamado urgente a los periodistas mexicanos:

Despedacemos la esperanza, ésa que ha sido alcahueta de la muerte, una asesina más peligrosa que el odio, aquélla engañosa que sabe encantar, tranquilizar, adormecer, susurrarle al deseo antes de que éste llegue a la consciencia. Despedacemos a esa esperanza que ha sido impuesta por los anhelos de un sistema salvaje, patriarcal, excluyente y racista, que crea simples espectadores de la barbarie.

*

Según datos del Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile, a un mes de iniciadas las protestas (el 17 de octubre), se han registrado 346 querellas interpuestas contra agentes del Estado, cinco de ellas por homicidio. Las protestas han dejado 26 muertos, 6 mil 362 personas detenidas, 2 mil 381 personas heridas y hospitalizadas: 42 por disparo de bala, 866 por disparo de perdigones, 407 por arma de fuego no identificada, 45 por balines y mil 21 por golpes, gases y otros. Del total de heridos, hay 217 afectados por graves heridas en el globo ocular causadas por las fuerzas de orden y seguridad.

En México, durante 2019, según datos actualizados de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, van 35 mil 588 víctimas de homicidios dolosos y feminicidios (34 mil 580 corresponden a homicidios dolosos y mil 6 a crímenes tipificados como feminicidios). No es gratuito que las luchas verde-violetas estén liderando las protestas en el país, apuntando a un clímax maravilloso para que se dé un golpe letal a los paradigmas del patriarcado.

*

Gente que conozco en Chile: Gustavo Gatica, estudiante chileno internado en la clínica Santa María en la ciudad de Santiago con heridas graves en ambos ojos por recibir disparos dirigidos de perdigones por parte de los carabineros del Estado. Gustavo le dice a su madre: “Regalé mis ojos para que la gente despierte”.

*

 

De vuelta en la Ciudad de México. Miro mi reloj que sigue teniendo la hora de Santiago (dos horas más) y no me atrevo a cambiar el tiempo, quiero seguir en el cronotopo de los mapuches. Con el año nuevo llega un virus global en el que México aún no cree, porque México ya no cree. Algo impalpable que a diferencia de un sismo en el que puedes salir y ayudar moviendo una piedra, el virus, estando-allí-no-está. Es un desaparecido que preocupa, duele y se busca desesperadamente. Todo se ha detenido, el mundo capitalista se desacelera y perdemos la mitad de la cara. El cubre bocas se ha vuelto necesidad. Ya no hay abrazos, ni besos. Paso en auto por el eje vial, viaducto Tlalpan, donde muchas sexoservidoras lucen sus cuerpos de trabajo a cara completa, entonces decido parar allí y bajar, pero antes de abrir la puerta anuncian en la radio que hoy, 3 de abril, hay 60 muertos y 1668 infectados. Anteayer eran 37. No hay buen presagio para los meses siguientes.

*

Gente que conozco en Viaducto Tlalpan: Rosario, forzada a prostituirse desde los 17 años. Joven de rostro fino, cejas de suspiro, morena clara, piernas cortas de un dorado cobre. Cumplió 23 años en enero, pero parece de 30. Su piel lleva los trasnoches apuntados. Sonríe con la nariz (dos alegres hoyuelos en la punta de la ñata), una pincelada muy propia de los rostros indígenas del sureste mexicano. Le ofrezco 200 pesos por media hora de su tiempo. Acepta.

¿Le pides a los clientes que se pongan tapabocas?

No

¿Que se pongan alcohol en gel en las manos?…

Tampoco…

¿Qué se las laven?…

Eso sí. Siempre. Cuando no quieren me meto a bañar con ellos con tal de que lo hagan…

¿Hay una posición sexual que no estés haciendo al momento como prevención?…

Nunca hago anales…

Me refiero a una posición donde sea difícil que la saliva del otro llegue a tu rostro…

¿Esa cosa se transmite por sudor?…

Que yo sepa, no.

¿Por coger?…

Entre genitales, no, pero sí con la saliva…

¿Por qué llevas tapabocas, a poco sí está cabrón?…

Sí…

Pinche “G”—proxeneta de Rosario— me está chingando, dice que contigo pierdo dinero…Pero me quedan 5 minutos…no es por grosera, pero…

De acuerdo, ya me voy

No espérate, ¡que chingue a su madre el “G”! , enséñame tu cara

(Me destapo el rostro, Rosario me ve y su nariz sonríe) …

 ¡Ah…ya me acordé qué sí les pido!…

¿Qué?…

Nada de besos, pero si tú vuelves, te regalo uno.

*

La palabra esperanza viene del latín esperare, que significa esperar. A su vez, esperar se asocia con el deseo de que algo ocurra, o con la esperanza de que ocurra lo que se desea. La esperanza no sólo refleja los deseos y las expectativas que se tienen de sí, de los otros y de lo otro, del entorno vital, sino que nos permite tomar conciencia de que, sin una consideración ética, peligra nuestra propia condición humana.

*

Cada periodista tiene su forma, tiempo y geografía. Yo creo en una construcción de posibilidad a través de las artes y el periodismo sensual. Sergio Tischler dijo que “la emancipación también es cuerpo y lo erótico sin lo poético se fragmenta y se suspende como fetiche. Lo erótico está unido a lo poético porque esa es la única manera de hacer de nuestro cuerpo un jardín”.

Yo creo en un periodismo lleno de intuición y de poesía que construya junto a la gente un deseo en común, un deseo digno que espere…construyendo.

*

Cortázar dijo alguna vez que “probablemente de todos nuestros sentimientos, el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”.

Yo espero a que, como periodistas, ayudemos a que la vida pueda seguirse defendiendo.

*Luis Alberto González Arenas: Periodista. Autor del libro El sistema esperanza (Paradiso, 2020); colabora en crónicas especiales para el semanario Proceso y las revistas Vice, Hotbook y Nexos. En medios internacionales para Roads and Kingdoms, Slate y CNN. Se especializa en investigaciones acerca de cómo emergen y se desarrollan las artes dentro de territorios en crisis. Su línea académica es la estética de la rebeldía en los movimientos de resistencia en Latinoamérica así como la distinta sistematización de la esperanza en tiempos de desesperanza.

Leave a Reply

Your email address will not be published.